martes, 28 de junio de 2011

La antigua estética griega homérica

La existencia de Homero como personaje histórico se ha puesto siempre en duda desde tiempos helénicos. La etimología del nombre alude bien sea a su casta (supuestamente era hijo de prisioneros), que le obligó en cierta manera a dedicarse a la poesía (los homeridai eran llamados), o bien sea a que supuestamente era ciego (en griego ho me horón, que significa el que no ve). Como sea, no hay detalles de su vida, se le asignan media docena de lugares de nacimiento, lo cual debió suceder en el siglo VIII antes de Cristo. De hecho, hasta se ha propuesto que no sea considerado como un personaje real, sino como el seudónimo de varios poetas que fueron compilando las epopeyas "homéricas" durante décadas. Se le atribuyen la Ilíada y la Odisea, además de algún otro poema (nada confirmado), que son sin duda unos monumentos literarios del mundo antiguo occidental.

Estas dos obras, escritas originalmente en verso, cuentan sobre la guerra entre los griegos y los troyanos ("La Ilíada", Troya era llamada Ilión) y sobre el regreso de Ulises (Odiseo en griego) a su patria en "La Odisea", un viaje lleno de sinsabores que dura 20 años. Es muy posible que lo que leemos actualmente sea la transformación de los cantos originales, puesto que parece claro que Homero, en caso de haber existido, no escribió estas épicas, sino que las compuso para ser contadas. El paso de la oralidad a la textualidad se calcula puede haberse hecho unos 200 años después de su composición.

Como sea, ambos poemas reflejan mucho de las concepciones y modos de vivir y pensar de los antiguos griegos (estamos hablando de 800 años antes de Cristo, cuando recién despuntaba la cultura griega como tal). De hecho se ha establecido el año 776 A.C. como el de la primera Olimpíada. Es decir, Homero nos muestra cómo se estaba formando la identidad clásica. Y es en este sentido, y sobre la base de sus libros, que podemos definir ciertas apreciaciones estéticas de se época.

Homero utiliza varias veces la palabra griega kalós que puede entenderse como "bueno", pero que en realidad va más allá. Lo bueno es la esencia de lo bello. Sin embargo, también hay una relación con lo "útil"; lo bueno es útil, y en este caso no está implícita la idea de belleza. Una cosa puede ser útil sin ser bella, pero si lo es, pues mejor. En todo caso, siempre será buena, ya sea por lo útil, ya sea por lo bello. La belleza en Homero se refleja también en valores individuales y colectivos, como la fuerza y el valor. Paris es hermoso pero cobarde. Más bello es, entonces, Aquiles. La mujer bella es además de hermosa, buena. Como vemos, hay una relación entre lo bello y lo moral.

La belleza no es un fin en sí mismo para Homero. Lo bello no supera a lo bueno. Estas ideas van despertar diferentes puntos de vista a lo largo de la historia griega, puesto que empiezan a aparecer posiciones que cuestionan esta visión moralista. La relación utilidad-bondad y belleza-bondad no está ligada a la naturaleza, cosa que sí establecerán otros pensadores de la antigüedad. Otra cosa importante es que nunca él manejó el concepto de estética como tal, por lo que se hace siempre relación a patrones comparativos. Homero señala la hermosura de los actos intrépidos, y diferencia entre actos buenos, actos mejores y actos óptimos, lo que implica a su vez grados de belleza. Estamos en presencia de una combinación de normas y valores con apreciaciones relativas a lo útil y a lo bueno. Y finalmente su relación armónica como parámetros para mantener la moralidad. Lo bello es decente, lo bello es honesto. Y esto no es un mérito. Es, para Homero, el deber ser. 



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