sábado, 12 de marzo de 2016

Glocalización

La idea del mundo actual como una "aldea global" ya fue planteada por el sociólogo canadiense Marshall McLuhan hace más de 50 años. El concepto aparece varias veces en sus libros La galaxia de Gutenberg de 1962 y Entendiendo los medios de 1964, y se popularizó a partir de éstos. En 1968, McLuhan lo utilizó formalmente en el título de su libro Guerra y paz en la Aldea Global. El se refiere a la "aldea global" como un cambio producido en el mundo principalmente por la radio, el cine y la televisión, medios de comunicación audiovisual que difunden imágenes y sonidos de cualquier lugar y momento, y que ocupan un espacio cada vez más importante en el hogar y la vida cotidiana, con una expansión muy significativa en la segunda mitad del siglo XX. También aportó a la globalización la difusión del teléfono, la fotografía, la reproducción y grabación de sonido, la prensa gráfica, y luego el procesamiento digital.

En su análisis busca describir las consecuencias socioculturales de la comunicación inmediata y mundial de todo tipo de información, y lo que posibilitan y estimulan los medios electrónicos de comunicación en todo campo cultural. Sugiere que, en especial, ver y oír permanentemente personas y hechos -como si se estuviera en el momento y lugar donde ocurren- revive las condiciones de vida de una pequeña aldea: percibimos como cotidianos hechos y personas que tal vez sean muy distantes en el espacio o incluso el tiempo, y olvidamos que esa información es parcial y fue elegida entre una infinidad de contenidos. Ello convierte al globo en una "aldea" por su proximidad, pero esa aldea es todo el planeta.

Esta propuesta se ha extrapolado a todas las actividades humanas: económicas, políticas, sociales, militares, y por ello se habla de una globalización en todo sentido. El mundo se ha uniformizado. Como contraposición a esta masificación, se plantean las ideas de glocalización. Sobre este tema he trabajado las últimas publicaciones en este blog, insistiendo en la idea de que los medios de comunicación, en especial los digitales, pueden lograr combinar la inevitable globalización con las expresiones locales de cada pueblo. De esta forma los modos culturales pueden tener expresión y cabida en espacios universales, y eso trae como consecuencia una mezcla de elementos que, ente otras cosas, es la que contribuye a la idea de estética digital que aquí propugno. Siendo así, la ciberestétca tiene formas de glocalismo, tanto en su multiplicidad y multidifusión como es su expresividad propia. Una estética glocalizada que vivimos día a día y que busco siempre difundir aquí. 


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